Sobre un tapete confeccionado a modo de crucigrama, se alza un mobiliario que juega las formas de algunos de los cuadriláteros del piso: una sugerencia de mesa, caprichosa por sus líneas geométricas, y dos asientos al estilo conviven en el espacio. Todo ello determina un ambiente con ciertas “rigideces”, devenidas de siglos, en una relación de pareja.